9 de febrero de 2015

REGRESO AL PASADO

Que ser mamá es duro, cansado, sacrificado y agotador lo sabe todo el mundo, sino por experimentado por oído decir. Que además también implica bajar a casi el último puesto en la escala de prioridades dentro de casa (en épocas pasadas he llegado a tener que apuntarme en la agenda cosas del tipo: lavarme el pelo, depilarme, etc, como si tuviese cita en un salón de belleza), aunque también lo hemos oído mil veces no lo queremos creer o pensamos que es una exageración y que eso a nosotras no nos pasará; sin embargo pasadas las primeras semanas de burbuja de amor y babeo constante, cuando las visitas ya no son tan frecuentes, y todo el mundo vuelve a la normalidad; entonces es cuando nos damos cuenta que no sólo era verdad todo lo que decían sino que ¡se quedaban cortos!  



Pero lo que nadie cuenta, o casi nadie, es que ser mamá y papá es el viaje más rápido y barato a la niñez, y a una especie de Disneyland casera infinita y emocionante. 

Y es que ser padres te permite jugar a ser Tom Cruise en Misión Imposible cada vez que acuestas al peque y tienes que deshacerte de la trampilla de sus manitas y abandonar la habitación sin emitir el más mínimo ruido (aunque en el momento sudas tinta china y ruegas a todos los santitos que te vienen en mente para que no se despierte, al conseguir salir de la habitación te sientes tan eufórico y satisfecho que oyes aplausos en tu cabeza y saludas a una inexistente afición que te canta " you are the champion my friend...").



Ser padres también te consiente jugar con todas las cosas y juguetes a los que tu hijo no hace absolutamente ningún caso, pero que a tí te molan; y con la excusa de estimularlo y enseñarle como se hace, te pasas mogollón de rato dale que dale, mientras tu peque va a su bola y se divierte sacando 220 toallitas del paquete del cambiador, o sacando la ropa sucia de su cesto.



Convertirse en padres también te da carta blanca para hacer cosas que en otras circunstancias te convertirían en una persona "extraña",  como por ejemplo ir cantando por la calle mientras paseas con el cochecito (en teoría para calmarle), pintarte bigotes de gato o una toalla a modo de capa para estar por casa, columpiarte y tirarte por el tobogán en el parque, pedir el menú para niños, volver a ver Aladín o el Rey León sin tener que poner excusas, y como éstas un millón de cosas más.




Así que aunque en algunos momentos te den ganas de arrancarte los pelos de la cabeza uno a uno por el cansancio, las pataletas injustificadas, la frustración de tener sólo dos manos y una cabeza, la casa hecha una leonera (ahora entiendes el concepto que tanto te repetía tu madre), las tropecientas lavadoras pendientes, las mil cosas urgentes que aún no has podido hacer, etc, recuerda que, es precisamente esa personita que ha convertido tu vida en una ecuación de millones de decimales cuando tú estabas acostumbrado a las sumas y las restas, la que te ayuda a encontrar al niño que hay en tí y te recuerda lo fácil que es divertirse y desconectar del mundo (y los humanos), cuando uno quiere, con  muy poquita cosa.


Fuentes: Pinterest






2 comentarios:

  1. Anónimo2/09/2015

    Bravo.Soy padre y comparto todo lo que dices.
    Creo que se te dan muy bien los articulos......y porque no un libro. ....tiempo al tiempo....Felicidades...

    ResponderEliminar
  2. Anónimo2/12/2015

    si ya lo decía mi abuela :Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Los niños para comérlos a besos .Cierto que te te conviertes en uno más de ellos :juegas con ellos, te diviertes y te ries como un enano con ellosoo! pero todo tiene su pro y contra :pero son tan monossss!!

    ResponderEliminar